me contaba mi tía que había ido al teatro a ver a La Cubana y le pregunté si le había gustado. respondió que sí y se lanzó a hacerme una crónica exhaustiva de la obra. a medida que avanzaba, se fue poniendo tan en situación que parecía que hubiese estado ella sobre el escenario, viviendo la boda que le contaban. y, en cierta forma, así fue. ya sabéis que adoro el teatro, pero a veces me olvido de lo que significa para otras personas que no ven tanto, para los que no es más que un entretenimiento; y oír a mi tía me recordó que el teatro, efectivamente, se vive. y esa es su magia. y por eso no deberíamos dejar de ir ni dejar que muera. aunque esto es una tontería, porque, por mucho que se empeñen los políticos de (in)cultura de turno, el teatro no puede morir porque es innato al ser humano y nosotros sin él… bueno, ya decía Enzo Cormann (¿Para qué sirve el teatro?, en traducción de F. Gómez Grande) que, «si bien es cierto que nadie estaría en peligro de muerte al verse privado de él, tampoco es menos cierto que algo moriría en él, y que ese algo define vagamente su necesidad».
conclusión: chicocos, ¡vayan al teatro!
(foto de la compañía de teatro 300 Pistolas).
1 comentario:
Les hablo a mis alumnos de la necesidad que tenemos de la literatura, aunque en realidad no sirva para nada, al menos para nada práctico, Pero es que lo práctico a veces no es lo mejor del mundo. De acuerdo con que sin literatura se podría vivir, pero la vida no sería lo mismo.
Besos.
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