animales acuáticos.
somos un 70 % agua y procedemos de ella, así que no puede ser una casualidad que nos llame la atención el mar, que nos calme, que nos guste nadar, que busquemos el contacto del agua en el cuerpo (incluso en una piscina), la ingravidez que nos proporciona flotar en ella, la calma del sonido amortiguado (el silencio, pese a todo el ruido alrededor), la sensación de estar estirando la columna, la mirada perdida en la línea azul y los pensamientos vagando por lugares inexplorados. nadar: la mejor meditación, el mejor momento para idear nuevos planes.
y ver nadar. porque también ver la eficiencia de un cuerpo avanzando en el agua es calmante. ¿y la natación sincronizada? ¿cuánto relaja los sentidos ver una serie de cuerpos moviéndose en perfectas coreografías? es un poco como cuando, de pequeños, nos fascinan las hormigas avanzando en fila india hacia sus hormigueros, o esas flores que parecen pequeños ramitos perfectamente simétricos (lantanas), o los enanitos de Blancanieves con todos sus «hi-ho». ay, creo que me he ido por las ramas, pero ya entendéis lo que quiero decir...