una buena pedicura.
ya os decía el martes pasado que pensaba en estos hedonismos míos mientras me hacían la pedicura. lo normal es que me la haga en casa. un momento que, como decía Anabel Vázquez el otro día, permite concentrarse en el proceso hasta olvidar la angustia de la vida. limar las uñas, exfoliar, retirar cutículas, hidratar, pintar... tiene algo de zen.
pero, de vez en cuando, hace falta también dejar que te la hagan. media hora, cuarenta minutos, una hora de desconexión, en la que a media luz alguien te cuida mientras tu mente divaga por las playas del Caribe. es una buena solución si no puedes ir de verdad. y todos necesitamos estas pequeñas desconexiones. aunque la tuya puede no ser una pedicura. ¿quizá un masaje? ¿un corte de pelo? ¿una excursión a ver el mar fluir sin hacer nada? ¿un paseo por el parque con un buen podcast en las orejas u oyendo el sonido de los pájaros? no sé, cada uno que busque el suyo. ¿yo? los tengo todos.
¿cuál es vuestra pequeña desconexión favorita?
(foto de Garance Doré).
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