último fin de semana de verano. es psicológico, por supuesto, porque sigue haciendo un calor mortal, pero en mi cabeza ya no huele a sol, sal y arena, sino a castañas, lana y leche caliente. y algo se marchita. y la responsabilidad tiene los ojos más grandes. y las lecturas comienzan a ser más góticas, más oscuras, más obligadas a veces. y, aun así, me gusta el otoño. me gustan sus colores, el frío suave de la mañana, la sensación de entrar en calor con un té, los días más cortos y saber que ahí, al final, están esperando las Navidades.
total, que yo venía a desearos un buen fin de semana, pero ya que estoy: ¡feliz otoño!