en estos tiempos de trabajo en casa y reuniones con amigos a través de la pantalla, se ha puesto tan de moda lo de sentarse ante el ordenador con una estantería detrás que las mentes más despiertas han sabido cómo sacar partido de nuestro
afán de figurar.
pero hay otra cuestión que preocupa a quienes tienen libros de verdad. y esa es: ¿quiero que sepan lo que leo? porque los libros reflejan lo que somos, nuestra personalidad, y dicen mucho sobre lo que nos interesa, lo que podríamos saber y lo que queremos aprender en el futuro. y no todo el mundo está contento con lo que es. de hecho, entre los lectores, diría yo, hay toda una mitología en torno a lo que dicen que leen (y cuánto) y lo que realmente pasa por sus manos y sus ojos (no puedo evitar hacerme una de mis preguntas favoritas sobre la vida lectora de esa gente que lleva años «leyendo» los mismos tres libros en Instagram…).
y, como para todo en este mundo, hay gente que se dedica a «diseñar» las estanterías de los ricos y famosos. seguramente no podemos ni queremos pagar a estos expertos, pero he aquí sus consejos para dar una buena imagen la siguiente vez que nos plantemos ante una estantería en nuestro siguiente directo:
decide quién quieres ser
mírate como un extraño y plantéate qué pensarías de ti mirando según qué libros. a partir de ahí, decide cuáles van a estar a la vista.
elimina distracciones
esos títulos rojo sangre de las novelas de Stephen King son lo primero que se ve al mirar una estantería. la gente no te mirará a ti, solo mirará ese título. ¿de verdad quieres que la gente sepa que eso es lo que lees? (conste que no me gusta Stephen King, pero no me parece de lo peor que se puede leer; eso sí, los títulos no hay quien se los pierda).
los clásicos nunca fallan
el Quijote, Cien años de soledad, los rusos, Austen, Dickens, Virginia Woolf: son libros y autores que siempre dan buena impresión. y siempre puedes decir que los leíste hace mucho y que no te acuerdas bien. eso no cuela con las novedades.
no hace falta que los hayas leído
bueno, recordemos que, como contaba Benjamin que decía Anatole France: no hace falta haber leído todos los libros que uno tiene en la biblioteca, igual que uno no come todos los días con su vajilla de lujo. véase punto anterior.
enseña una cubierta por estante
¿son bonitas? ¡enséñalas! y así la gente tendrá algo que le sorprenda entre tanta seriedad y confinamiento.
alterna con otras cosas
a mí esto me parece una pérdida de espacio que no tengo, pero hay que reconocer que es bonito: llena cada estante, a derecha o a izquierda alternativamente, hasta los dos tercios, y rellena con otros objetos de tu vida: el joyero de tu abuela, la foto de tu noviete, un jarrón de esta maravilla de
artista.
alterna vertical y horizontal
si no quieres poner cosas que no sean libros, juega con la horizontalidad y la verticalidad de los lomos. es una buena forma, además, de colocar los libros de fotografía en las estanterías de las novelas.
o puedes hacer como yo y poner los libros donde caben, no preocuparte jamás de que los demás se fijen en lo que lees o no, y disfrutar simplemente de los libros. oye, gustos para todo. aunque hay que reconocer que las estanterías quedan bien bonitas siguiendo estos
consejos. lo mismo hay que probar.