el mes de las vacaciones.
si yo pudiese elegir, no sería agosto el mes que elegiría para las vacaciones veraniegas, pero es lo que tengo: el mes paradigmático, el clásico de las vacaciones pagadas, el de siempre (al menos, desde los años sesenta), el de mi amado ferragosto (al que este año homenajeo una semana tarde). en fin, las vacaciones...
esto no es un hedonismo, me diréis, sino un derecho (20 días de descanso total al año según la legislación española). pero esto no está tan claro en los últimos tiempos y, además, no todo el mundo parece saber cómo hacerlo (mírenme a mí, conectada a una pantalla a pesar de los pesares). no hacemos más que hablar de la desconexión, de no dejarnos influir por la imagen de los demás, pero ¿quién se libra en este mundo nuestro de ello? no seré yo quien tire la primera piedra.
pero vamos al hedonismo, que es lo que a mí se me da bien. a pesar de los pesares y de que lo que más me gusta en el mundo comer, dormir y tumbarme a leer un libro, intento reservar siempre tres o cuatro días de vacaciones haciendo un viaje a algún sitio donde descubrir nuevas cosas y, si es posible, viajar al pasado. me gusta, por supuesto, que haya agua, aunque no es imprescindible. adoro que se coma bien, pero soy una gran especialista en comer lo que me ponen por la calle, así que tampoco hay mucho problema. ayuda que hable el idioma, pero tampoco imprescindible. imprescindible, eso sí: alojamiento en un lugar en que no tenga ni que hacer la cama. y, bueno, ir sola no me molesta: a veces, puede ser hasta un plus.
creo que esa es la parte que más sorprende a la gente y que en mi familia se considera un hedonismo: irme de vacaciones sola, a un lugar donde no conozco a nadie. desconectar de verdad de las obligaciones, incluida la familia, contar con nadie para comer o ir a la playa, tirarme todo el día encerrada en casa en un lugar paradisiaco porque me place, pero hacerlo en un lugar en la otra punta de la Península, del continente o del mundo. el gran placer. el gran hedonismo.
¿podéis entenderme? seguro que sí.
y ahora, sí, desconecto. ¡que disfrutéis!
(foto: Les grandes vacances, R. Doisneau).
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