viernes, 31 de diciembre de 2021

feliz año nuevo



2021 ha sido un año accidentado. empezó con muy buenos propósitos, entre ellos el de regresar a este blog, se fue torciendo por obra de mil ocupaciones (algunas lógicas, otras impuestas por esa oleada que nos marea últimamente) y ha acabado con tres semanas de cuarentena por el dichoso virus que nos hace desdichados (estoy bien, los síntomas fueron levísimos, pero el virus ha sido persistente y yo no quería andar contagiando al personal). un año accidentado, como digo. parece que lo de pedir tranquilidad tampoco funcionó (ya no pido cosas locas, no vaya a ser que el guionista beodo de esta época que nos ha tocado vivir tenga más ideas). 

en fin, ¿cumplí mis propósitos? pues no mucho. intenté no sufrir, desde luego, y lo logré bastante tiempo, pero el cansancio pudo conmigo. ahora he vuelto al no sufrimiento y, mira, me va mejor. ¿vestí como una francesa? visto que salí poco de casa, lo de vestir tampoco se me dio bien, ¿qué le vamos a hacer? leí mucho, eso sí, y muchos buenos libros. me salté lo de la sopa la mayor parte de las noches, no pude abrazar todo lo que quería y escribí bien poco como bien sabéis (incluso me salté mi tradicional calendario de Adviento, y lo he echado muchísimo de menos). 

pero aprendí que a veces vale la pena ser Cruella y que la superficialidad es lo único que lleva a la profundidad, así que no hay que rehuirla; que puedes ser tú misma todo el rato, pero también la parte loca de ti misma; que beber champán está infravalorado; que la indiferencia de los gatos es la mejor filosofía; que la gente que señala incansablemente los fallos de los demás suele ser gente a la que le enseñaron que eso la hacía buena; que «la mediocridad consiste en tener delante la grandeza y no darse cuenta» (se lo leí a Sofía Ruiz en un editorial de SModa y es de Chesterton); que el sérum es mejor que la hidratante para mi piel; y que «serio no es lo contrario de divertido» (esto también es de Chesterton, a quien he decidido que tengo que leer). 

y, ahora que sé todo esto, a ver si encaramos 2022 con mejor disposición. 
¿merece la pena hacer propósitos? ¡siempre! este año serán: (aún) elegir no sufrir: ser más como un gato; vestir como Cruella (o sea, a lo francés punk); leer mucho, leer a Chesterton; hacer más sopa, aunque sea de sobre (pongámonoslo fácil, que ya está bastante difícil la vida); escribir, en serio, aquí o donde sea, volver aquí si encuentro cuando encuentre el ánimo; hacer siempre el mejor trabajo y disfrutar mucho, cada vez más, de las pequeñas cosas. 

¿y vosotros? ¿tenéis propósitos? ¿me los contáis?
sea como sea, os deseo un 2022 blandito, esponjoso y con mucha fruta confitada (solo si os gusta). 
y espero que sigáis acompañándome por poco que pase por aquí. 
xo
itziar

(foto de Pia Jane Bijkerk).

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