aquí ya sabéis que mi padre es mi superhéroe favorito y lo orgullosa que estoy de las oportunidades que me ha dado, pero hoy lo ha demostrado una vez más y quería contarlo (y sí, le felicité ayer como se merece, pero esto va por él: papá, eres un pesado, pero te quiero :o).
en estos tiempos de confinamiento, le comentaba a mis padres lo impotente que me siento en Viena, encerrada en casa, lejos de ellos y sin poder ayudar a nadie.
mi padre es una persona de esas que, si ve un accidente en la carretera, se para a ver cómo puede ayudar; de las que se tira al agua cuando ve a alguien ahogándose; de las que es capaz de hacerte cruzar una garganta en el monte a horcajadas de un tronco con un perrillo en la mochila cuando tienes vértigo, pero también de cruzarte a hombros por ella si te quedas atascado en medio; un héroe, ya os lo he dicho. así que sentirse impotente con mi padre es muy fácil. porque, si no fuese tan mayor, seguramente estaría ya haciendo algo por los cuarentenados.
pero esto es lo que me ha dicho hoy:
«Respetando las normas y protegiéndote a ti misma ya ayudas y, cuando seas útil, ya te reclamarán. Lee, trabaja y, si no tienes más que la habitación, trota frente a la pared, que carrera es».
y me he sentido mejor. porque es cierto. si respetamos el confinamiento, nos mantenemos sanos y mantenemos sanos a los demás, para poder volver a la normalidad cuando antes, a hacer nuestro trabajo, estamos ayudando. y, además, ¿qué sería de las lecturas sin los traductores? también ayudo traduciendo vuestros futuros libros, ¿no? porque los vamos a necesitar. vamos a necesitar mucha ficción y mucha filosofía y mucha empatía literaria. así que…
gracias, papá, por seguir siendo la persona a la que acudir.
en estos tiempos de confinamiento, le comentaba a mis padres lo impotente que me siento en Viena, encerrada en casa, lejos de ellos y sin poder ayudar a nadie.
mi padre es una persona de esas que, si ve un accidente en la carretera, se para a ver cómo puede ayudar; de las que se tira al agua cuando ve a alguien ahogándose; de las que es capaz de hacerte cruzar una garganta en el monte a horcajadas de un tronco con un perrillo en la mochila cuando tienes vértigo, pero también de cruzarte a hombros por ella si te quedas atascado en medio; un héroe, ya os lo he dicho. así que sentirse impotente con mi padre es muy fácil. porque, si no fuese tan mayor, seguramente estaría ya haciendo algo por los cuarentenados.
pero esto es lo que me ha dicho hoy:
«Respetando las normas y protegiéndote a ti misma ya ayudas y, cuando seas útil, ya te reclamarán. Lee, trabaja y, si no tienes más que la habitación, trota frente a la pared, que carrera es».
y me he sentido mejor. porque es cierto. si respetamos el confinamiento, nos mantenemos sanos y mantenemos sanos a los demás, para poder volver a la normalidad cuando antes, a hacer nuestro trabajo, estamos ayudando. y, además, ¿qué sería de las lecturas sin los traductores? también ayudo traduciendo vuestros futuros libros, ¿no? porque los vamos a necesitar. vamos a necesitar mucha ficción y mucha filosofía y mucha empatía literaria. así que…
gracias, papá, por seguir siendo la persona a la que acudir.
{fin del momento sentimental. cuídenseme, chicocos, y ¡feliz fin de semana!}.
(imagen encontrada hace mucho en una página que ya no existe).
3 comentarios:
la verdad que lograste hacer una entrada entrañable dentro de la pesadumbre que se lee en los blogs. Todo obra de tu papa eso también ja.... abrazo grande a los dos
gracias, JLO. abrazo para ti también. muac
Grande tu padre
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