Una de las diferencias más llamativas entre una mujer estadounidense bien vestida y otra parisina es el tamaño de sus respectivos guardarropas. Probablemente la estadounidense se quedaría sorprendida de ver el número tan limitado de prendas que ocupan el armario de la francesa, pero también observaría que cada prenda es de excelente calidad, cara para los estándares de Estados Unidos, y perfectamente adaptada a la vida que lleva la francesa. Se los pone una y otra vez, y solo los descarta cuando están gastados o pasados de moda. Y considera un cumplido (y eso pretende ser) cuando su mejor amiga le dice: «Me alegro de que te hayas puesto tu vestido rojo, ¡siempre me ha encantado!».
Genevieve Antoine Dariaux, Muy chic
trad. de Marta Pazos, Lumen (2005), pp. 44-45.
una reflexión interesante sobre la cantidad frente a la calidad en la que estoy trabajando… con más o menos éxito, pero mucho empeño :o)
(la imagen --que no, no tiene mucho que ver-- es la famosa instantánea de Faye Dunaway, fotografiada por su esposo Terry O'Neill, con la prensa del día después de ganar un Óscar, en el hotel Beverley Hills, el 29 de marzo de 1977).
2 comentarios:
Me parece una entrada excelente, junto con la foto y más aún el planteamiento parisino
Como siempre un placer leerte y aprender a valorar las cosas!! Buena propuesta para el invierno!
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