es cotidiana, familiar, sosegada, resistente, heredada, gastada e incluso misteriosa.
tiene una belleza.
y luego están los engendros tecnológicos que han plagiado a todo quisqui, te usan, te anulan y te hacen creer que hay algún mérito en dejar de pensar y hacer que hagan por ti las cosas que, en realidad, deberían ser tu esencia. mejor, como dice Leonor Watling, hacer el amor regulinchi que dejar que otro lo haga por ti. di no a la IA, piensa, no seas esclavo tecnológico, no cedas al tecnofeudalismo. y esas cosas.
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