la semana pasada os hablaba de Nuria Blanco y cuál sería mi sorpresa cuando, al llegar a la maravillosa Casa de las Flores en Lanzarote, descubrí que íbamos a dormir bajo un móvil de almohadas hecho por ella y a desayunar (increíblemente) en una vajilla también suya (la podéis ver aquí, buscando Casa de las Flores).
no se puede ir a Lanzarote y no soñar con vivir en LagOmar. ¡qué buen gusto tenía Omar Shariff!
si tuviese un pasillo así en mi casa, también iría por él bailando. en fin... si soy sincera, ya voy bailando por el pasillo de mi casa. solo que me gustaría que fuese así…
comparto con César Manrique le visión de una vida hedonista. he adorado su hedonismo volcánico y acuático. pero lo que más me ha gustado es que todos sus edificios tenían barras para recibir por todas partes. ¡qué fiestas, señores, qué fiestas debía de dar!
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las puestas de sol en el mar. siempre. las oceánicas, más.
otra barra manriqueña. esta, bajita, muy bajita. otra barra que adoré.
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