perdida en un buen libro

hay demasiadas cosas maravillosas en el paquete que recibí de Carmen, empezando por el fantástico conjunto de envoltorios rojos que me acogió al abrirlo. se ve que esta chica no me conoce: véase la bolsita de París. París. pero ¿cuándo me habéis visto a mí soñando con París? ¿cuándo? en fin… y esas bolsitas de té. de Mariage Frères ni más ni menos, que debe de ser la tetería más bonita del universo mundial. y ella preocupada porque pudiese no gustarme el té verde o el negro (compruébese aquí que no es el caso): si es que es un cielo esta chica. y sigamos aún: un libro, en francés, el idioma del amor, y yo sin tiempo para leerlo ¡YA! con las ganas que tengo. y una libreta decorada por ella misma, y montones de clips con dibujitos, y de materiales de oficina de esos que no me gustan nada y, para rematar, ¡chocolate! con leche, negro y blanco, y el pecado de los pecados (porque con lo rico que está, bueno bueno no puede ser para el alma): chocolate con jengibre. no debería existir algo tan exquisito, de verdad. ¿algo más? sí, señores, sí: ¿veis la mantita azul sobre lo que está todo? pues ya no está en el suelo, sino tapando mis piezucos para enfrentarnos con ánimo al frío (bueno, vale, tan frío en Murcia no es) otoño. si es que, lo dicho, soy una chica con muuucha suerte, que encuentra montones de cariño en el mundo. 

pero no lo dudéis: lo aprovecho todo, todo y TODO. 

gracias, Carmen, desde mi corazón perdido en un buen libro.