2018 ha sido un año emocionante. ha habido cosas extraordinarias, viajes divinos, poquísimo tiempo, muchas ganas de descansar, algún sustillo de finales de invierno y otoño (que terminaron bien) y buenas perspectivas de futuro. me corté muchísimo el pelo, casi no cociné (aún tengo que presentaros el delicioso libro de cocina que me regalaron por mi cumpleaños… allá por septiembre), os eché un poco menos de menos y me alegró celebrar nuestro primer «perdidos en un buen libro» veraniego. también afiancé mi familia adoptada (¿habéis oído hablar a Adela Cortina sobre la ética del afecto y los modelos de familia? imprescindible) y, aunque no cumplí demasiado bien mis propósitos, conseguí disfrutar bastante del trabajo. el resumen es apretado, pero no está mal.
y ahora a ver si 2019, lindura, eres bueno.
para empezar, volveré a hacer propósitos (hay cosas que no cambian).
algunos son repetidos y otros serán nuevos. este año quiero vestir como una francesa, leer los libros de la lista de Bowie, hacer sopa las noches frías, seguir intentando que el trabajo no me estrese ni me amargue la vida, escribir más, abrazar más, besar aún más, conseguir que mi rutina de ejercicio sea, esta vez sí por fin, una rutina y que mi agenda incluya más ratitos para mí.
¿y los vuestros? ¿me los contáis?
en cualquier caso, espero que 2019 venga fresco, gustoso y de temporada.
y espero que sigáis acompañándome aunque pase poco por aquí.
xo, itziar
(foto).
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