sábado, 23 de diciembre de 2017

23.er día de adviento



El esmoquin es un agente secreto. Te embellece sin ser obvio. Es lo contrario de un vestido de noche sublime, que todo el mundo recuerda incluso mejor que a ti. Ya sabéis, esa clase de vestido que solo podéis llevar una vez, sin importar lo mucho que os gusta, porque todo el mundo se daría cuenta. 
No es el caso de un esmoquin. Con vuestro querido esmoquin, podréis:
  • Volver a llevarlo sin que nadie lo note.
  • Meterlo en la maleta para casos de fiesta inesperada.
  • Combinarlo. Llevar la parte de arriba sin la de abajo, o al revés.
  • Cambiar lo que lleváis debajo y, con ello, el aspecto mismo del esmoquin.
  • Ponéroslo cuando parezca que nada va bien y que habéis engordado siete kilos.
El problema: acabaréis vistiéndolo todo el tiempo. 
Y ahí, amigas mías, está el peligro.

El esmoquin es una trampa. Obra milagros y roba el sentido común. Atrapadas en sus redes, olvidaréis lo que pueden daros otras prendas. Si no tenéis cuidado, acabará siendo lo único que os pongáis. No volveréis a llevar vestidos. Olvidaréis lo que es enseñar un poco de piel. Seréis predecibles.

Os convertiréis en la chica del esmoquin negro.
Estáis advertidas. ×
de Love Style Life, de Garance Doré, traducido por su segura servidora para la editorial Roca.
(foto).

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