nada como que te toque un profesional.
no a todo el mundo le gusta que le den masajes, claro. o que le dé un masaje cualquiera. es curioso, sin embargo, porque una de las cosas que se estudian para los autistas, y hasta para los animales, es cómo calmarlos con máquinas que imiten el tacto y la presión del contacto de sus iguales. ya veis. en fin, no a todo el mundo le gusta que le den masajes, pero yo no soy todo el mundo. a mí me encanta.
sobre mi relación con el agua ya os he hablado. así que poco más queda que decir sobre meterme en un montón de piscinas de distintas temperaturas, flotar en ellas, nadar si se puede, dejarme envolver por la cálida caricia de las burbujas de un jacuzzi y sentir que el mundo se puede ir al viento porque yo me iré protegida por el líquido amniótico de la madre tierra. ya, ya... parece que me he bebido el agua en vez de bañarme, pero es que adoro la sensación.
si, además, me lo juntas todo (como en los ritos de temporada del Hammam Al Ándalus), me has ganado para la eternidad. aunque también es maravilloso bañarse al aire libre en aguas termales a la luz de las estrellas (y de la contaminación lumínica, ofcors) en Archena, lucir cuerpo Danone en el Géllert de Budapest o que te bañen en un hammam auténtico en Estambul. ¿que si me dedico a explorar los balnearios del mundo? no esperaríais menos de una hedonista, ¿verdad?
en fin, queridos, que os invito a que os deis el capricho y disfrutéis aunque sea del más modesto spa urbano que podáis encontrar. y, si no, pues un baño con velas y espuma en casa, que para eso sirve hasta un balde. y ¡feliz agosto!
(foto).
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