esta semana leí esta
entrada de una doctorada inglesa y, bueno, os la resumo: habla de los privilegios de los doctorandos con más posibilidades económicas; no solo las obvias, también las que vienen de haber tenido la oportunidad, cuando eran niños, adolescentes, de viajar, ir a museos, teatros, lugares que no están al alcance de la clase trabajadora; de haber leído buenos libros recomendados por gente que sabe, haber tenido una formación musical, haber oído conversaciones de nivel… también habla de la necesidad de trabajar de los doctorandos que no pueden vivir del aire (léase: no tienen quien les mantenga) y del tiempo y las oportunidades que eso les roba. nada nuevo bajo el sol.
el caso es que a mí me llamó la atención, cuando la leía, esa primera parte sobre los libros, la música, los museos y el teatro. y quería contaros algo.
yo soy hija de una familia de clase trabajadora. no éramos pobres, supongo. pero no éramos, desde luego, acomodados. mis padres trabajaban mucho y siempre intentaron darnos todo lo material que estaba a su alcance, privándose ellos de lo que hiciese falta. nunca faltó de comer bien. mi madre nos hacía la ropa o la heredábamos de primos y vecinos. siempre nos enseñaron que el dinero no crecía en los árboles y que estudiar era nuestro privilegio y nuestro trabajo. no sé, lo normal, en mi infancia, en la clase trabajadora, creo.
pero hay algo que tengo que agradecer enormemente a mis padres: nunca nos faltó un libro bueno que leer (íbamos a la biblioteca o nos los compraban), insistieron en que nadásemos, hiciésemos deporte, estudiásemos música y bailásemos (casi todo en instituciones públicas), en que conociésemos lo máximo posible de España y el extranjero que quedaba al alcance de mi padre conduciendo un Renault 5 y una tienda de campaña que plantar al borde de la carretera (y sí, alguna vez nos la levantó la Guardia Civil :o), en todas la ciudades que visitábamos íbamos a las iglesias y los museos gratuitos, a veces, también a los de pagar, a conciertos de música internacional en la calle, si no podíamos ir todos al teatro, me llevaban hasta la puerta, yo veía la obra y luego me recogían…
sí es cierto que no vi muchas cosas y no leí muchas cosas y no oí muchas cosas, pero me dieron mucho y lo más importante: la curiosidad, la sensación de que había cosas más importantes que el dinero, y la educación para siempre luchar por ellas y seguir aprendiendo durante toda la vida.
y, por eso, papá, mamá, esta entrada está totalmente dedicada a vosotros. GRACIAS.