esto tiene que terminar.
no puedes seguir recordándome el arroz con leche, el café con risas. aunque hay que reconocer que fue divertida la razón por la que tuvimos que alimentarnos de ello durante un mes. ¿recuerdas que te pusiste la americana y tu mejor cara de cultureta? ¿que me puse un vestido y me maquillé de señora? ¿la cara de la dueña de la galería cuando entramos diciendo que queríamos un cuadro de la Srta. X? ¿cuál? el que haga juego con mi sillón amarillo, le dijiste. qué shock, no sé cómo sobrevivió la buena mujer. y lo divertido que fue convertirnos en expertos en arte por un momento. jugar a potentados y escoger aquel cuadrito que mirábamos mientras comíamos lo único que podíamos pagar después de gastar lo que teníamos en él. lo que nos reímos cuando aquel artista ofendido entró en la galería y pidió a la dueña que diese la vuelta al cuadro que admirábamos (lo había colgado al revés) y lo poco que nos gustó cuando supimos su verdadera orientación. la vida parecía eterna entonces. teníamos todo el tiempo del mundo para viajar, prosperar, ser felices. ¿cuándo comenzó el tiempo a tener un fin?
pero lo tiene. y no importa quién tuvo razón. la cosa es que, tú dirás que es muy europeo lo mío, quiero estabilidad. me cansé de mis aspas de molino, de tus habrá tiempo, del tiempo no es una cuestión, de tu remar en dulce de leche, de tus promesas. o quizá me aburrí de ser feliz.
él quiere casarse en marzo, en la primavera. le gustan las paredes vacías y nunca iría a comprar algo para lo que no tiene dinero. no habla mucho, no tiene tiempo. trabaja a destajo y su idea de diversión es una cena con otros economistas, comentando horas de gimnasio, edificios absurdos y coches por sus precios. y mujeres. siempre las mujeres. pero no, de él no puedo tener celos: no tiene suficiente imaginación para buscar a otra. eso es la estabilidad, supongo.
basta. hoy me probé un hermoso vestido y me sentí… satisfecha. los Reyes trajeron menos ilusión de la que deseaba. vinieron con una carta tuya. ni siquiera llegó en un sobre de esperanza.
puede que sufra un blues invernal.
Ágatha.
p.s.: ¿acaso para mí soy yo?
Ay mi pobre Agatha!!que tristeza...
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